miércoles, julio 12, 2017

Una partidocracia en crisis

Por Guillermo Mejía

Si en los sectores de derecha se habían creado esperanzas de un triunfo conservador en las elecciones municipales y legislativas de 2018, y en las presidenciales de 2019, por el mal desempeño del gobierno de izquierda, las disputas al interior de Arena por la forma autoritaria de escoger sus candidatos han abierto interrogantes.

Hay que recordar que, de acuerdo a la última encuesta de la Universidad Centroamericana (UCA), si bien una mayoría considerable afirmó que no desea que vuelva a gobernar el Fmln, también esa importante porción de la ciudadanía estimó que tampoco desea que regrese Arena a conducir los destinos de los salvadoreños.

En medio de la crisis generalizada, potenciada por una economía alicaída y la inseguridad con su estela de muerte, El Salvador se presenta como el país menos viable a nivel centroamericano, con el agravante que si bien Guatemala y Honduras presentan similares problemas es obvio que mantienen perfiles económicos de mayor auge.

Arena sigue mostrando su carácter autoritario y clasista, pues por un lado su dirigencia partidaria no da apertura a nuevas caras –aunque en realidad no representen nuevos planteamientos- por otro lado, en la disputa aparecen como posibles candidatos presidenciales personajes del empresariado que controla el partido.

Con sus propias especificidades, similares problemas se presentan al interior del partido Fmln donde el ejercicio político de escoger a sus candidatos no tiene nada que envidiarle a la derecha. Además de que presentan listas de ungidos por parte de la dirigencia de izquierda, cuentan con personajes que no tienen contrincantes sino que son impuestos por “consenso”, es decir impera el dedazo.

Uno de los puntos dramáticos de la izquierda es que son escasas sus propuestas frente a las elecciones presidenciales, dado el descrédito de muchos de sus dirigentes o la falta de consenso frente a figuras más potables, al grado que dependen de personajes externos al partido, como el caso del alcalde capitalino Nayib Bukele, a quien incluso tienen que aguantarle rabietas.

Recientemente, sostenía uno de los opinantes cotidianos de programas de radio y televisión que la única diferencia que encontraba entre los problemas que enfrenta Arena y el Fmln es que en los primeros es más fácil que afloren contradicciones, porque los que buscan sus candidaturas tienen solvencia económica, situación que los vuelve más independientes de la cúpula del partido. Mientras, en el Fmln, al contrario, la dependencia económica, el hecho que tienen que sobrevivir a partir de una candidatura o un puesto en alguna instancia del Estado, les obliga a guardar silencio aunque no estén conformes con las decisiones de la cúpula de un partido que, al igual que Arena, es autoritario.

Para ambas agrupaciones políticas, tan importantes pero sumidas en crisis, el otro escenario que no pueden desconocer, y de una u otra forma tienen que darle respuesta, es la inobjetable variable interviniente que representan las “maras” como actores políticos a partir de que ejercen control territorial y que, en otros procesos electorales, han tenido muchísimo que ver.

Llama la atención el hecho que personajes tanto de Arena como del Fmln que en otras ocasiones han dialogado e incluso llegado a acuerdos con las “maras” vuelvan a aparecer como candidatos a diputados y alcaldes. Aunque realmente no es una novedad, ya que por mucho que se ha dicho al respecto algunos de ellos aún tienen su lugar asegurado en las mismas instancias o en el gobierno de turno.

La ausencia es de la ciudadanía que no trasciende de su apatía y malestar frente al quehacer de los políticos, es decir desmovilizada y sin esperanzas, a lo que se suma una precaria cobertura mediática de tan elementales acontecimientos que significa falta de ejercicio profesional en la búsqueda de crear consciencia crítica o compromiso político-partidario que va en desmedro de un periodismo honesto.

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