miércoles, febrero 08, 2017

Mis años en el ahora cincuentón Diario El Mundo

Por Guillermo Mejía

Llegué en 1986 para quedarme unos 40 meses. Provenía de la prensa internacional. Era una combinación muy particular, pues con El Mundo también compartía mi trabajo de corresponsal de prensa extranjera.

Poco a poco habíamos conquistado espacio en los medios locales, especialmente la radio y la televisión, porque los principales periódicos –La Prensa Gráfica y El Diario de Hoy- mantenían una actitud reaccionaria que, con todo y todo, todavía se les sale en temas sensibles y que los ponen quisquillosos.

En ese marco, el espacio más provechoso de la prensa salvadoreña lo había tenido en Cadena Sonora, en 1982, cuando editábamos “El Día... el noticiero de la tarde”, junto a mi hermano Alberto Barrera, en la actualidad director de la radio YSUCA, y Marcos Alemán, corresponsal de la agencia AP.

Del nombre de nuestro noticiero partimos con mi hermano para llamar “Al Día”, de Canal 12, al espacio noticioso que se fundó. Yo redactaba cada tarde los encabezados que con anterioridad aparecieron de mecatazo en la pantalla, con letras blancas en un fondo azul. Luego tuvimos la experiencia en El Noticiero de Canal Seis.

Iba y venía en mi jugada periodística que acompañaba con mis estudios de periodismo en la Universidad de El Salvador (UES).

De repente, me encontré cada mañana en un antiguo edificio, mole de concreto y sin ningún retoque, donde dos viejos periodistas corrían de la seca a la meca y lanzaban un gritillo que ponía nerviosos a todos, incluida a la “nana” de la pandilla, la Sra. Sonia de Rodríguez, quien además se ocupaba de Sociales.

Los viejos periodistas eran Cristóbal Iglesias, director, y Rodolfo “el indio” Vásquez, jefe de redacción, y el lugar era Diario El Mundo, frente a la Lotería Nacional, a una cuadra del Bar Chico (Hotel Nuevo Mundo), más distante del Bar La Bota, el Café Bella Nápoles y el pan Lourdes, lugares que con varios colegas solíamos frecuentar.

El Mundo era un oasis en medio del desierto, ahí don Cris y don Fito echaban punta con nosotros, los de la UES: Argentina Velásquez, Nelson González, Guadalupe Corleto, Juan Gálvez, René Contreras, Edgar Rivas, Paco Campos, entre otros. En un ambiente común con los colegas Francisco Martínez (ya fallecido), René “chucho” Hurtado, Quiquito García, Chamba Juárez, el “sapo” López Pérez (ya fallecido), Pedro Martínez (ya fallecido), Raúl Méndez, el caricaturista Bernardo Mejía Rez, entre muchos.

En El Mundo me endilgaron al menos tres apodos de acuerdo a las circunstancias. Don Cris me llamó de sopapo “el peludo” porque el cabello lo andaba largo, más bien melenudo por ser rizado y, de vez en vez, también me decía “cangrejo” por usar lentes. Y Paco Campos me puso “benji” en alusión al perrito colocho de las películas.

Para la sociedad salvadoreña fueron muy importantes los espacios que mantenía Diario El Mundo, gracias a la acción inteligente de los dos viejos periodistas. En medio de la guerra se pudieron colar pensamientos diversos que dieron ciertos elementos para el análisis de lo que estaba pasando, aunque eso no era del agrado del poder.

De don Cris, el punzante y jocoso Hilarión Juárez, que deleitó a los lectores de Diario El Mundo, guardo muchos de sus escritos y para ilustrarlos les recordaré algunos trozos donde me toma en cuenta:
“(...)Pero todos tienen derecho a que les devuelvan la fe, porque es lo último que se pierde y sin ella cualquiera da lástima, y yo se la he devuelto al peludo Mejía con una recomendación especial: que por el amor de Dios ya no falte los lunes (...)”

En ocasión del terremoto del 10 de octubre de 1986 nos dedicamos a escribir sobre la tragedia y sacamos algunas crónicas. Tengo en mis manos el recorte de una pasada con los damnificados del Modelo y La Vega. Un fragmento dice:
“Me despido. Cerca de la Iglesia de La Vega encuentro a una señora que trae un balde con agua ‘contaminada’, de los chorros rotos, quien me dice: ‘Tengo 70 años, soy coja, pero ahí me ve trabajando todo el tiempo (ríe). Siquiera esta agua conseguí. Uno de viejo quizás se hubiera muerto con el terremoto. Para qué seguir sufriendo’”.

Hilarión Juárez escribió después:
“Al ver que la damnificada había hablado, empezaron las demás a hablar, y lo que yo oí, copié y guardé en la bolsa vacía de mi tiesa chaqueta de Cabo de La Siberia, lo tengo para el libro que con Guillermo hemos pensado publicar con el título “La ayuda que desayuda”, de unas mil páginas ilustradas con San Jacinto y otros barrios “en el suelo”, y unas lecciones de primer grado para los que están dando lecciones de kinder, diciendo que son periodistas y maestros de los reporteros y de todos los corresponsales”.

Y, en ese mismo contexto, había escrito:
“Guillermo anda a paso cansino, como si no le dieran de comer, y se nutre a puro humo de cigarro, con la irreverencia de que me lo echa encima, para que a mis pulmones no les falte el del tabaco, ya que de bus tienen de sobra y mis órganos respiratorios parecen piso de huesera”.

Hay tantas cosas que recordar de don Cris y don Fito, este último que en medio del cierre de edición de pronto se enrolló las mangas, se me cuadró y me dijo “si querés démonos verga, cabrón”. Jajaja, recuerdo que le contesté “no se pele, don Fito, tranquilo”, al tiempo que se metió mi profesor René Contreras.

El enojo de “el indio” Vásquez duró un par de semanas nada más, al final nos echamos una gaseosa y recuerdo que me dijo, con un caluroso abrazo, “puta, Memito, si nosotros somos cheros… olvídate de esas pendejadas”. Jajaja, nos hicimos más amigos aún, siempre resuenan sus palabras “mire, cherito… puta cherito…”

Me quedó grabada también la vez que don Cris me salvó de que un miembro del Estado Mayor de la Fuerza Armada me fregara, porque a él lo regañó el ya fallecido presidente Napoleón Duarte por andar abriendo la boca más de la cuenta. Y don Cris precisamente eso le dijo, peor abrir la boca frente a un periodista.

Diario El Mundo recién cumplió 50 años, me alegra que –como lo establecieron esos viejos periodistas don Cris y don Fito- siempre por su sala de redacción siguen desfilando estudiantes universitarios de Periodismo, especialmente de mi Universidad de El Salvador (UES). Vayan por otro tostón de años más.

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