miércoles, enero 14, 2015

El Salvador: La revolución que no fue

Por Guillermo Mejía

Los cambios esperados en El Salvador, sobre todo en el área socio-económica, se frustraron. La parte específica puesta en los Acuerdos de Paz, suscritos en 1992, no pasaron de ser letra muerta al igual que el tiempo invertido en la matanza fratricida.

Son lecciones que debemos tomar muy en cuenta, para evitar más errores. La violencia que se experimenta en la actualidad tiene mucho que ver con esa oportunidad perdida. Tanto derecha como izquierda políticas, empresa privada, ciudadanía, en general, se muestran preocupadas por esa espiral incontenible.

Pero, ¿qué pasó? Sin duda la transición aseguró la participación política de la izquierda, aglutinada en el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln), que disfruta de su ascenso en las esferas de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, además de su cuota municipal.

Sin embargo, esa ganancia temporal no lo es todo. La marginación social y económica, en que subsiste gran parte de salvadoreños, se profundiza en medio de la continuación de un sistema injusto y sin que existan opciones para los sectores populares.

Si los empresarios y los políticos, especialmente del partido Alianza Republicana Nacionalista (Arena), hubieran sido futuristas estaríamos en otra situación. Claro que también hay que hablar de la inconsecuencia de un acomodado Fmln que no hizo un esfuerzo serio para se cumplieran los Acuerdos de Paz.

En ese sentido, el oscurantismo político y los empresarios hicieron sucumbir, en 1993, la única salida civilizada que quedaba a la crisis: el Foro para la Concertación Económica y Social, donde estaban representados los patronos, trabajadores y el gobierno. Aseguraba ese foro una serie de acuerdos tendientes al desarrollo económico y social en beneficio de los ciudadanos.

A estas alturas, tal como refiere el diseño, se contaría con un marco legal en materia laboral para promover y mantener un clima de armonía en las relaciones de trabajo, así mismo propuestas concretas para superar la marginación urbana y rural.

Al contrario, la ceguera ha llevado a más confrontación social, si no veamos los eternos conflictos obrero-patronales. En los dos últimos gobiernos de izquierda –al igual que con los anteriores de derecha- los trabajadores han visto cómo se les violentan derechos conquistados.

Tampoco se han dado pasos concretos para contrarrestar la marginación social y económica. Cada quien tiene que salvarse como pueda, al final lo que está de moda son opciones inviables para castigar a la galopante delincuencia como si naciera de la nada, como que no tuviera raíces profundas en esa marginación.

En otras palabras, la sociedad ha involucionado hacia un Estado que supuestamente fue superado con los Acuerdos de Paz. Recuerdo que con tono nostálgico el ahora presidente Salvador Sánchez Cerén se lamentó que el Fmln erró al entregar las armas sin que se cumplieran al pie de la letra los Acuerdos de Paz (en eso también tiene mucho que ver la izquierda complaciente).

La derecha nunca dio pasos en la búsqueda de un mejor horizonte. En la actualidad, persiste en su empecinamiento, su voracidad, es decir no posibilita soluciones a los problemas que se tornan incontrolables. La crisis económica y la inseguridad son males viejos que siguen presentes.

Se fue la oportunidad, se truncaron los cambios, habrá que esperar a saber qué para volver al sendero. La crisis social y económica que afronta la mayoría de salvadoreños evidencia la revolución que no fue. El futuro, en ese contexto, es muy incierto para la ciudadanía salvadoreña, peor para el grueso de gente que vive en medio de la pobreza.

Nota: Son ideas trabajadas con mucha anterioridad. Lamentablemente, la situación ha seguido mal desde la firma de la paz hace 23 años en cuanto a la reivindicación de la gente.