martes, diciembre 30, 2008

Las elecciones del 2009:
Ojalá no sean huevo de gallo viejo

Por Guillermo Mejía

Salvo la contaminación de intereses particulares, de los discursos públicos –en especial de Arena y del Fmln- se pueden derivar las ganas (o posibles ganas) que del diente al labio dicen tener los candidatos y las dirigencias políticas frente a la lucha por la conquista de mentes y corazones. Habrá que ver...

Como sabemos, el 18 de enero y el 15 de marzo entrantes se celebrarán las elecciones para alcaldes y diputados, y para presidente, respectivamente, donde se espera una participación respetable de casi dos millones de salvadoreños aptos para emitir el sufragio.

En ese sentido, el lustre pasó por los candidatos y sus partidos, aunque algunas cosillas anacrónicas, por ejemplo el hediondo discurso sobre la amenaza comunista que destila la derecha, se mantienen en la palestra.

Hay que resaltar, en comparación, la forma en que se ha conducido el candidato de la izquierda, el periodista Mauricio Funes, que –quiérase o no- ha utilizado algodones para tocar algunas cuestiones donde sus adversarios políticos aún se arisquean o se les inflama la tripa.

Claro que el periodista ha tenido (y tiene) que lidiar con los “comandantes”, para evitar que sus posturas y las de ellos no suenen al revés, con el agravante que en este caso existe una prensa derechista atenta ante cualquier asomo de contradicción. Aunque siempre sacan punta.

Situación muy diferente, en cuanto a trato periodístico, le toca a Rodrigo Avila, Arturo Zablah y su partido. Hasta al grado que les dan consejos paternalistas, inclusive los columnistas de periódicos, algunos de ellos que hasta admiten que les gusta Funes, pero lástima el partido.

Pero vamos al grano. Los salvadoreños tendrán a partir del uno de mayo –que se instalan los diputados y los alcaldes- y del uno de junio –el presidente y vicepresidente- la reconstrucción de la Patria en momentos difíciles en todo el globo terráqueo.

Por lo que se oye, si la balanza va por el lado de Arena y Avila pues todo será de maravilla. No han servido 20 años de gobiernos del partido derechista para decir lo contrario. Enumerar cada caso sería demasiado, pero todos vivirán mejor, tendrán empleo y ganarán lo suficiente.

Como prometió el presidente Elías Antonio Saca, en su campaña electoral de 2004, las mujeres que son padres y madres a la vez, ahora con Avila y Arena no seguirán solas. Además, los jóvenes económicamente activos tendrán un trabajo seguro. Y etc., etc., etc.

Si la balanza va por el lado del Fmln y Funes, pues, también les espera la gloria. El cambio seguro que propone el colega incluye la democracia participativa con la garantía de mejor educación y salud. Suma que la colcha alcanzará a los más pobres, sean jóvenes o viejitos.

Alístense los que nunca han pagado impuestos, en especial los que siempre le han chupado la sangre al sufrido pueblo; la tijera pasará también por los corruptos que se han engordado del Estado y los que andan en el crimen organizado. Y etc., etc., etc.

Algo interesante en medio del marketing político es que ambos candidatos dicen que las cosas irán mejor, porque cada cual contará con el mejor equipo de diputados. Muchos de ellos de las legislaturas anteriores o sea probados.

Por el lado de Arena, los salvadoreños tendrán la esperanza de contar, por ejemplo, con Guillermo Gallegos; y por el lado del Frente, se sentirán orgullosos de volver a ver a Benito Lara. La lista sigue… Las caritas del co-gobierno legislativo son sumamente conocidas.

De los otros partidos y sus candidatos mejor ni hablar. Al menos, algunos que van para alcaldes o diputados (inclusive renganches), conseguirán o mantendrán sus chambas que, por supuesto, no son malas pagas. Además, hay lo que sacan provecho del trance con Arena.

La reconstrucción de la Patria es algo muy serio y necesario. La mayoría de encuestas señalan que Funes es el posible ganador, pero tampoco está escrito en piedra. El mismo Frente le teme al fraude, aunque lo niega la derecha.

Más allá de los discursos políticos, ojalá que los salvadoreños vean por quizás una vez en sus vidas algo diferente, a pesar de que aún esa necesidad histórica no sea acompañada por la fortaleza ciudadana que demande políticos comprometidos con su pueblo.

Ojalá que no salga un huevo puesto por gallo viejo y reviente un monstruo –como creían los griegos.